Biviendio en Cristo

Hay muchas etapas en esta época del año: la primavera, el final de la Cuaresma, el Triduo Pascual, el Domingo de Resurrección que inaugura la temporada de Pascua, y se acerca ya también el mes de mayo que concluye las actividades escolares. Y antes que nos demos cuenta, ya está aquí el verano con una velocidad sorprendente… casi haciendo que nos de vuelta la cabeza. Pienso que parte de este fenómeno es el correr del tiempo con sus muchas actividades que pueden fácilmente pasar desapercibido que rápido llega la primavera y que veloz también así se va.

Me doy cuenta que es lo mismo en la temporada de Cuaresma – de repente llegó el Miércoles de Ceniza y así de rápido llegó la Semana Santa, y luego, ¡la Pascual! Lo que sí, es que me niego a permitir que el paso del tiempo me haga olvidar donde estoy en cualquier momento dado, a perder la santidad de los momentos como sea que vayan pasando. Tengo que esforzarme yo mismo, detenerme, orar, y así poder tomar el tiempo, por cierto muy necesario de reflexionar en lo sagrado de cada día, de cada semana, y de cada temporada, y cómo Dios me pide que me enfoque en todo momento en este viaje. A sumergirme profundamente en el lugar y momento que Dios me quiera tener, y permitir que le hable a mi corazón de lo que Él quiere para mí, lo que Él desea de mí.

Sé que viendo hacia atrás, cuando se acercaba la Cuaresma este año, me propuse ciertas metas espirituales que esperaba cumplir, para que al llegar la Pascua descubriera que estoy mucho más cerca del Señor de lo que estuve antes que me rociaran la cabeza con la ceniza.

Algunos años tenemos más éxito que otros, pero esto solo significa que nuestro viaje por la vida es constante y que una vez que comienza la temporada de Pascua, también comienza un nuevo camino en el viaje. “las buenas intenciones” no deben ser solo para Año Nuevo o Cuaresma. Estas metas espirituales no importa que metas sean, deben hacerse constantemente y renovar nuestras relaciones con el Señor y para ir avanzando.

Esto es especialmente verdad en tiempo de Pascua, cuando nosotros, como Cristianos miramos hacia atrás los cuarenta días de penitencia, oración, y sacrificio y llegamos al gozo que llena nuestras almas con profunda conciencia que Jesus ha Resucitado, que la poderosa celebración de Pascua nos mantiene enfocados en el regalo de la vida eterna que Él nos ha dado y de la oportunidad de otros cincuenta días para renovar nuestra relación con Él. Y si esto penetra nuestra vida de oración, también penetrará nuestra vida diaria y mantendrá frescas las metas espirituales que hicimos cuando comenzó la Cuaresma y cuando esta culmina en los himnos del “Aleluya” que llenan el tiempo Pascual. Esto nos hace sentir más plenamente vivos – en Cristo, y vivos en el misterio de Su amor por nosotros mientras continuamos nuestro viaje.

¡Que esta sea una Pascua poderosa para ustedes – y que su viaje Pascual ese año no pase tan rápido que olviden porque la celebramos!

Previous
Previous

Verano, Tiempo de Cambios

Next
Next

Celebrando la Pascua y Siguiendo con El Año de San José